Andar sobre las brasas o los agudos
hielos, arder unas veces
con la nieve o congelarse otras
entre llamas, abrir el pecho ajeno
y por qué no, el propio,
pero nunca nunca
quedarse indiferente.
Esto es para mi
la poesía.
Andar sobre las brasas o los agudos
hielos, arder unas veces
con la nieve o congelarse otras
entre llamas, abrir el pecho ajeno
y por qué no, el propio,
pero nunca nunca
quedarse indiferente.
Esto es para mi
la poesía.
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Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, pero es más agradable hacerlo en buena compañía.