Ascenso


Cada día los veía entrar a la misma hora, sentarse delante de sus máquinas durante mucho tiempo y salir a la vez. La apariencia y los gestos también eran similares, a pesar de que casi nunca hablaban entre ellos. Me aburrí durante meses, pero una tarde la monótona película cambió: se levantaron muy deprisa y corrieron en desorden mientras sus voces se elevaban hasta ensordecerme. Cuando un humo negro empezó a oscurecer el lugar, uno de ellos me abrió la puerta. No supe hacia dónde ir hasta que el miedo me lanzó a la repisa de una ventana próxima. Desde ella, contemplé el drama durante unos segundos y me entristeció que aquellos hombres solo cambiaran con el desastre. Luego ascendí hacia el cielo con alas decididas.

Bebiste

Bebiste del aullido de la niña
de su temblor en huelga de silencio
del apetito insaciable de su sombra
por la luz de papel
al morir la dilatación de tu mirada
como drácula sediento de temores
hasta que agonizó entre tus dientes
y masticó los mordiscos de tus horas
y alimentó con ellos la palabra
que sepulta tu lápida y su herida

Game Over

En mi época somática solía jugar con el ordenador al juego del Mundo, aunque debía de estar algo defectuoso pues por más que intentaba cambiar cientos de veces las tácticas y estrategias para que Los Exterminadores perdieran de una vez por todas su egoísmo destructor, siempre fallaba la RAM y se volvía a repetir la misma Historia. Al final no tuve más remedio que apretar la tecla Off para que aparecieran en pantalla las tres opciones principales: Reiniciar, Suspender y Formatear. En anteriores ocasiones ya había utilizado la segunda opción para pensar con el suficiente detenimiento mi siguiente acción, o la primera cuando quería empezar de nuevo, pero después de dos guerras mundiales los millones de muertos, heridos y pobres habían saturado tanto el disco duro que este no resistiría la tercera guerra mundial que había comenzado.
No tardé ni un segundo en darle a Formatear y, en cuanto el Mundo desapareció, me marché a otro planeta.

ERA


Era la flor más bella del cemento
y la más alta.
Nunca miró hacia abajo:
no quiso contemplar la hoja seca,
la lucha de la raíz contra el asfalto,
la tenaz persistencia de la hormiga.
Nunca miró hacia abajo
hasta que la hoja seca se acercó,
la raíz creció sobre su tallo,
y la hormiga
devoró sus pétalos caídos.

MUJERAVE


Elisa frunce los labios y consigue emitir un silbido corto que finaliza en un suspiro. El canario responde y la mujer recobra el aliento que le ha arrebatado la discusión con Joaquín; no es la primera disputa, pero sí la más fuerte. Durante unos minutos, los silbidos se alternan con los píos en un intento mutuo de comprenderse por encima de especies y de jaulas. Ella agradece el diálogo lanzando un sonoro beso y el pájaro la imita tan bien que Elisa tiembla de alegría. Cuando Joaquín regresa, solo encuentra el silencio y una nota en el recibidor: “Hemos volado. Elisa”.

BIOGRAFÍA


Paseas por aquí casi sonámbula,
leve por los caminos como mota de polvo
al son antirrítmico de los versos anómalos;
periodista del limbo, fotógrafa de alas,
mariposa que salta de la luz al abismo
en su viaje de oruga por el filo del verbo,
eres nube exiliada del cielo triunfal
que vuela a ras de tierra como un beso perdido
en busca de los labios que pronuncien su nombre.
Tu carne pasajera
un día será gen al fondo de tus hijos,
suspiro entre cien mil antepasados,
y tu aliento de tinta
por el que ahora eres nube,
verso perdido, filo,
ala caída, oruga,
luz abisal,
será mancha deleble en el Olvido
donde no existen números ni nombres
solo el ritmo constante de la Voz.


La Abecedaria


El primer síntoma fue la interrogación, el segundo la lectura intensa, y al tercer día vomitó letras y letras. La vacuna de la televisión no le hizo efecto y no tardaron en salir de su boca hojas y hojas que la envolvieron como pétalos de papel. Ni los más estúpidos consiguieron idiotizarla, a pesar de que le añadieron páginas en blanco, la podaron con censuras varias y le inyectaron números Falciani, pues la tinta de sus historias contaminaba con sustantivos, pronombres, verbos y adjetivos bien organizados sin huecos maleables, todo lo que la rozaba con ánimo de circo mercantil. Al final, la dieron por muerta para la ignorancia y aunque consiguieron aislar su imaginación en la Biblioteca del Olvido, sus hambrientas palabras continuaron devorando los vacíos cada vez que una interrogación abría las mentes.



Inesperado Apocalipsis

El séptimo ángel abrió el séptimo sello cuando dejó de sonar la séptima trompeta y extrajo de su interior un objeto desconocido para él. Intentó usarlo, pero como no lanzaba fulgurantes llamas y tampoco era de oro y diamantes como su brillante armadura, lo arrojó al vacío.

Millones de kilómetros más abajo, Manuela recogía el objeto caído del cielo unos minutos después de que los transeúntes lo despreciaran igual que a ella: le recordaba el tiempo en el que podía comer todos los días y pagar un apartamento en la zona céntrica de la ciudad gracias al sueldo que ganaba como escritora «negra» de una importante editorial, hasta que la despidieron y lo perdió todo.

Con manos temblorosas, intentó probar si funcionaba sobre uno de los cartones de su carrito, pero apareció la policía y la echó del barrio en el que siempre acababa tras emborracharse, cuando creía que seguía viviendo en el hogar perdido. En cuanto llegó al extrarradio donde malvivía, se sentó en su viejo banco y, entre trago y trago de vino y lágrimas, escribió con la extraña estilográfica que había encontrado: «Malditos indiferentes... ojalá ardáis en el infierno». Al instante, unas lenguas de fuego surgieron de no se sabe dónde y devoraron varios edificios.

Muy lejos, millones de kilómetros por encima de Manuela, el séptimo ángel seguía buscando dentro del séptimo sello la espada flamígera con la que pensaba exterminar a la humanidad desahuciada de la Tierra.

Breves de Insomnia


LUNALIA

Cuidado con la niña que se oculta
donde el verso modela tinta al son de los latidos
y la esperanza toca su sinfonía de la carne
en la orquesta del átomo: ella
sabe hablar con la estrellas
desde los ojos cerrados de la madrugada



INTÉMPOBUS


Entre la mirada albina del osario
y un cielo con ojos de tormenta
existe una partitura sin leer
la puerta sin cronos
donde tu sangre
compone el Adagio de los siglos



VISIOLATRÍA


Planeamos los claroscuros de la córnea
antes de lanzarnos sobre el iris
y naufragar
en la noche con piel de las pupilas



SUCIÓPOLIS
Esta pared se licua ante mis ojos
y el cemento es paja sobre asfalto
de repente soy líquida
mas no quiero fluir hacia el desagüe
hundirme con las ratas
en las alcantarillas de excrementos
que gobiernan los altos edificios


RUGEN LOS TIGRES

Rugen los tigres desde sus jaulas de oro
quieren más carne más barrotes
de qué sirven las selvas infinitas
sin el brillo dorado del prestigio
sin los miles de huesos que levantan sus palios

Rugen los tigres con sus colmillos de odio
quieren más dientes más cadenas
por si sus prisioneros se cansan de gemir
y les quitan el oro que han robado con sangre
los bancos y las balas que convierten la Tierra en matadero
la ley del miedo que hace de la justicia una parodia

Rugen los tigres contra la carne en puños
que renuncia a ser lamento de corral menú de ricos
agonizan con amenazas de holocausto
saben que sus dominios de oro y sangre
son como los excrementos de los váteres
apestan hieren manipulan matan
hasta que decidimos tirar de la cadena

El fruto deportivo

El vendaval agitó los árboles y la manzana rodó hasta sus pies. Eva intentó alejarla con una rama, pues era la fruta favorita del Brontosaurus y no debían enemistarse con el gigantón, pero Adán la pateó sin descanso hasta que golpeó a la mujer. Eva, enfadada, cogió la manzana y le dio un mordisco. Adán, al ver que ella degustaba con placer su redondo juguete, se la arrebató antes del segundo bocado y le dio un fuerte puntapié. El manzanazo dejó tuerto al Brontosaurus y tuvieron que huir del Edén.
Así nació el fútbol.

Física y Cuando

Cuando el átomo solo era intención
Cuando la neurona era solo el sueño de una célula
Cuando tú y yo fuimos carne de reloj para morir en sus agujas
Cuando tú y yo somos versos que interrumpen las cifras astronómicas
Cuando piel a piel seamos la antorcha de los gritos se incendiará el Silencio


El sol delata tus venas tus arrugas
me complace mirarlas pareces más real
carne tibia y frágil y accesible
pero sé que tú estás dentro
Entre las sombras pareces de museo
una estatua de noche sin estrellas
con la luna apagada y el pulso de neón
pero sé que tú estás dentro

ENCADENAUTAS

La pasajera del tiempo deambula entre los siglos busca a su viajero de cuatro letras sin ceniza flota una palabra entre los rostros con infinitas edades y siluetas se descubren en sueños se acarician cada noche olvidan las formas y el reloj entre las sombras la certeza del abrazo es dulce escalofrío de cántico sin épocas

SINÓNIMOS

Siempre hay algo más
en el mundo interior de las palabras;
matices, claroscuros,
incluso otras palabras diferentes,
por eso hay quienes callan
el doble sentido de sus verbos
y Matar no es Asesinar
si se ejecuta con Omisión e Indiferencia
y les permite la paz con su codicia
en todas las catástrofes.

MAR DE JULIO


No me mires con ojos verde frío
de halcón desde su cima
si te muestro mi barro
no me siento pequeña
sin nubes de algodón
azul falacia
despreciando la arcilla
ni temo que la lava de tu arteria
incendie mi sonrisa vertical
cuando miras con ojos mar de julio

SECRETOS

Tras la sonrisa de tus ojos callas los secretos
esos fantasmas tristes del ayer que a veces lloran sobre hoy
o el monstruo cincelado por las sombras de quienes mordieron tus caminos
insaciables como un Everest de almanaques caducos
tangibles como la hora de un reloj sin pila
bestias desbocadas que se arrojan al precipicio de la luz
cuando les deslumbra la alegría

IMÁGENES Y POESÍAS

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Los poemas y textos pertenecen a la autora del blog, Matilde Selva López, a excepción de aquellos en los que consta el nombre de otros autores.