sin la cálida acogida del abrazo
ni el húmedo
roce de los besos
contra el colapso de las UCI.
Son tiempos de manos a la fuga
y bocas en bozal
bajo los ojos vigilantes de la alarma
y las sonrisas
se alejan a dos metros
en las terrazas de los bares
mientras las funerarias llenan ataúdes
con ancianos y frágiles
convertidos en curvas estadísticas.
En este año de gráficos sin piel
sobre las colas del hambre e impagados
los ricos lloran el índice Dow Jones
en sus gobiernos del IBEX 35.
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Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, pero es más agradable hacerlo en buena compañía.