Inesperado Apocalipsis

El séptimo ángel abrió el séptimo sello cuando dejó de sonar la séptima trompeta y extrajo de su interior un objeto desconocido para él. Intentó usarlo, pero como no lanzaba fulgurantes llamas y tampoco era de oro y diamantes como su brillante armadura, lo arrojó al vacío.

Millones de kilómetros más abajo, Manuela recogía el objeto caído del cielo unos minutos después de que los transeúntes lo despreciaran igual que a ella: le recordaba el tiempo en el que podía comer todos los días y pagar un apartamento en la zona céntrica de la ciudad gracias al sueldo que ganaba como escritora «negra» de una importante editorial, hasta que la despidieron y lo perdió todo.

Con manos temblorosas, intentó probar si funcionaba sobre uno de los cartones de su carrito, pero apareció la policía y la echó del barrio en el que siempre acababa tras emborracharse, cuando creía que seguía viviendo en el hogar perdido. En cuanto llegó al extrarradio donde malvivía, se sentó en su viejo banco y, entre trago y trago de vino y lágrimas, escribió con la extraña estilográfica que había encontrado: «Malditos indiferentes... ojalá ardáis en el infierno». Al instante, unas lenguas de fuego surgieron de no se sabe dónde y devoraron varios edificios.

Muy lejos, millones de kilómetros por encima de Manuela, el séptimo ángel seguía buscando dentro del séptimo sello la espada flamígera con la que pensaba exterminar a la humanidad desahuciada de la Tierra.

6 comentarios:

  1. Saludos.

    ¿No le sobra "desahuciada" al final? ¿No era mejor que exterminara a la humanidad en general, suponiendo que haya alguna? Seguro que luego evoluciona algún otro bicho con algo de inteligencia, que tampoco es que hayamos puesto el nivel muy alto...

    Un abrazo.

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    1. De nuevo, gracias por tu comentario. Es premeditado... el angelito es algo bastante racista (al principio del cuento ya gasta maneras de lujo): no pretende limpiar la tierra de la humanidad malvada, sino de la débil (una metáfora de cierta gente terrestre), pero es un poco tonto y no entiende de estilógraficas apocalíticas, así que la aprovecha una integrante de la gente desahuciada por la propia humanidad: justicia.

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  2. Jua jua jua. Me ha sorprendido y me ha gustado. Sí, las palabras tienen un poder apocalíptico. Nada menos que una estilográfica como espada de fuego...

    Quisiera leer algo más tuyo: más largo, si lo tuvieras. ¿Qué me recomiendas?

    Gracias :). Espero coincidir contigo en alguno de los concursos de Ábretelibro.
    Isma

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    1. MATISEL12 de julio de 2018, 14:04
      Isma, no suelo escribir relatos largos, pero si quieres leer algo más largo, solo un poco más, al principio del blog (a la izquierda en la pantalla) tienes mis dos ebooks gratuitos que puedes descargarte desde Lektu (son los primeros que escribí y publiqué y quizá por eso los quiero tanto a pesar de la inexperencia de entonces, aunque los corregí mucho). El ebook de poesía tiene un relato fantástico que seguro que te gustará, y el de relatos contiene algunos textos impactantes...

      Saludos

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Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, pero es más agradable hacerlo en buena compañía.

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