dulce aguijón
el de tu
lengua:
gracias a ellos
–y a pesar de la herida–
no
existes ya en mí.
MUNDO
Miró con la locura
sorda al adjetivo
que endulza el barrote de
la jaula;
miró con la locura
ciega al resplandor
que
oculta su sombra con la luz;
miró con la locura
que ve el
matadero
al fondo del corral.
Y sus ojos fueron censurados.
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Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, pero es más agradable hacerlo en buena compañía.