Queridos, qué gran ruina es convivir con un monstruo, y eso que al
adoptarlo nos certificaron que no tenía defectos. Ayer mismo donamos
quinientos euros a un periodista para que no difundiera la
anormalidad del chico, y hoy nos ha costado tres mil euros evitar que
dos policías lo internaran en el Hospital de Antisociales. Pero
estamos satisfechos de cumplir la nueva legislación que protege la
reputación de las buenas familias... y menos mal, porque unos años
antes, si pagabas por el silencio la justicia te arruinaba la vida.
Por suerte, mi marido es el presidente de Liberty, gran empresa de
armas, y yo soy economista del Ministerio de Estulticia.
En fin, no sabéis el sufrimiento que supone tener un hijo honesto.
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Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, pero es más agradable hacerlo en buena compañía.