Por fin viene,
se alza sobre el agua y la camina
―¿quién se acerca?―.
Hiere su verde luz
al fango
que intentó callarla
―¿qué ilumina?―.
Tanta lágrima grita
en tantas manos
que no puede la cloaca
contenerla
―¿y ese canto?―.
Por el río de la vida
llega; una a una,
paso a paso,
todas juntas
contra el lodo
―¿tú la ves?―.
Mírala:
entre los juncos altivos
del silencio
y los huesos cansados
de la tierra
camina
La Esperanza.
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Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, pero es más agradable hacerlo en buena compañía.