Quién abrió tu jaula de cristal domesticado y destruyó su látigo
de lógica. Quién desanudó
la mordaza de dudas que ahogaban tus rugidos
y te arrancó el bozal
que sepultaba en la culpa
a tus colmillos. Quién
te ha dejado libre en esta selva
de leyes incumplidas y tanta sangre
sin respuestas. Desorientada.
S
O
L
A
Sin el cómodo alimento de tu cárcel,
te agazapas hambrienta en el rincón
oscuro de tus sueños y preguntas qué eres
al espejo salvaje de tu instinto:
entre las viejas cicatrices del pasado
y una voracidad creciente en la mirada,
EMERGES.