“Me
ató de pies y manos. Afiló el cuchillo y...”. Unas
risas me obligaron a apartar los ojos de la página; la
pareja, sentada a unos tres metros de mi mesa, susurraba entre besos
y caricias. Qué ilusos: ¿cuánto durarán?, pensé mirándolos con
desprecio. Me levanté hacia el único rincón sin pulso de la
cafetería y continué con mi lectura:
“Afiló el cuchillo y cortó entre mis costillas. Enloquecido por el dolor, mordí la mordaza para tragarme el grito.
–Ahora extraeré tu corazón –dijo Soledad al introducir sus manos en mi pecho.”
“Afiló el cuchillo y cortó entre mis costillas. Enloquecido por el dolor, mordí la mordaza para tragarme el grito.
–Ahora extraeré tu corazón –dijo Soledad al introducir sus manos en mi pecho.”
No veo nada. Con ese color de fondo y el de las letras, se hace imposible leer lo que sin duda debe ser algo muy bello. Lo siento.
ResponderEliminarTengo este blog desde el 2007 y eres el primero que me lo dice, por lo que debes ser el único. En fin, para gustos, colores.
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