Lo encontró frente a ella, más alto que la gente,
y sobre él, su brazo; y sobre éste la bandeja:
receta deliciosa de alimentos todavía sin sustantivo.
Ella quiere probarla, la desea muchas horas
después de que él se marche. La busca, lo busca
en los alrededores, pero nadie recuerda
el nombre desconocido del manjar. De pronto
mira la cumbre que se alza
sobre la metrópoli.
Es tan alta.
Vértigo.
(...)
Veo desde aquí
toda La Tierra sin esquinas.
En La Montaña del Fin del Mundo
esperamos atentos al fondo de las nubes: vienen.
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Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, pero es más agradable hacerlo en buena compañía.