«Al anochecer del día señalado, el desconocido entró tras la
joven en el ascensor con un tímido 'gracias, voy al cuarto'. La
chica lo miró y le sonrió; él esquivó sus ojos y abrió y cerró
las manos dentro de los bolsillos, inquieto a pesar de que había
practicado con el maniquí oculto en el armario de su habitación...»
Aplausos. Firmas. Y nuevas presentaciones, entrevistas, conferencias
y más aplausos, entre decenas de fiestas, lujos y amoríos. Tres
meses intensos que disfrutó sin límites, consciente de la fugacidad
del éxito. Después, otro ocupó su lugar y le poseyó el vacío.
Las palabras surgían sin fluidez y las historias eran tópicas y
aburridas. Por mucho que se esforzara, carecía de la exuberante
imaginación de otros escritores de género negro, y el dinero se le
estaba terminando.
No le quedaba más remedio que escribir la nueva novela con la técnica que había convertido su libro anterior en un best
seller. Pronto buscaría a la segunda víctima.
Muy bueno, Matisel
ResponderEliminarMuy interesante relato! Saludos.
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