Insignificante y frágil, nadie
sospecha de ella. Solo algunas veces un fugaz rayo de luz le da el
brillo del diamante, pero no es tan dura ni resplandeciente como él y, mucho menos, inmutable.
Frágil, redonda, transparente y
sabia, casi siempre se funde con el mundo que la rodea para
conocerlo, penetrando sus más recónditos secretos. También sabe volar con la pasión del fuego o convertirse, si es necesario, en el más afilado hielo por una temporada, aunque jamás conseguirá la
importancia del océano, la omnipresencia del aire, la firmeza de la
tierra, la supremacía de la luz o el hermetismo de la noche.
Ella solo es la última gota de paciencia destinada a desbordar el vaso rebosante de los gritos.
Una prosa luminosa, de cadencia y profundidad admirables. Conmueve porque te hace convivir unos segundos con el misterio y la belleza.
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
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