El frío deshabita las calles.
Su hielo
adensa la oscuridad,
culmina
el vacío de las horas
nocturnas y estos versos
aislados.
Sombras.
Veo los focos nocturnos
tragarse la oscuridad
y apagar las estrellas.
Mas allá, el cielo se alza
inmensamente negro
como tus ojos
sobre la distancia.
No me pienses tanto.
Hola Matilde.
ResponderEliminarSí, ya llega el frío y nos aísla, nos asola, nos enmudece.
Pero también puede dar lugar a encuentros...
Encuentros de toda índole, en los que se busca el calor de esas miradas, de esos tactos, de esos pensamientos.
Abrazo sin frío.
Sí, precisamente el otoño-invierno, a pesar de sus calles solitarias por el frío y la poca duración del día, es una época llena de actividades y eventos: los cafés y otros locales llenos de gente al calor del arte, la literatura y la amistad.
ResponderEliminarCreo que sólo las calles de la ciudad, bien concurridas en las noches de verano, sufren esa soledad y vacío del invierno...
Gracias por dejar tus huellas en este blog.