Entreabierta
te ofrezco,
como
una sonrisa vertical
sedienta
de tu entrada,
el
húmedo claroscuro
del
misterio.
Ven,
desanuda
las pesadillas
que
encadenan tus pasos
y
desnuda mi vientre,
o
duérmete en el reloj
inmóvil
de la duda
donde
lloras tus sueños paralíticos.
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Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, pero es más agradable hacerlo en buena compañía.