Te
irás como viniste,
con
ímpetu de trueno
y
ráfagas de noches en la luz
del
incierto placer de tus paréntesis.
Esdrújula
del son, acento en la planicie,
te
burlas de las alas con ansia submarina
y
entregas a la tierra el ritmo de las nubes.
No
te importan los ciegos que enumeran tu canto
ni
el aplauso del brillo a tu mirada,
solo
quieres el nombre invisible de los gritos,
el
útero donde se escribe la sonrisa,
y
todas las páginas del verbo.
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Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, pero es más agradable hacerlo en buena compañía.