Acaban de ingresarme en el pentadecágono. El Tribunal Superior del
Vértice me ha condenado a vivir quince años entre quince esquinas,
la rehabilitación severa para quienes atentan contra la supremacía
del ángulo. Mi delito fue diseñar una ciudad redonda con edificios
circulares, pues como arquitecta aficionada a la astronomía basé
mi proyecto urbanístico en la ilimitada sabiduría del Cosmos.
—¿Se han descubierto estrellas cuadradas o planetas rectangulares?
¿Verdad que no, señorías? Entonces, deberían condenar al
constructor original, el Universo, por preferir las curvas; yo sólo
imité su geometría esférica —dije en mi defensa durante el
juicio.
Lo que no saben estos rectilíneos es que giraré todos los días
sobre mí misma en el centro del polígono.
Hasta el momento la Tierra gira sobre sí misma y si tiene algo roto, no es por su giro sino por los gusanos que tiene encima y alrededor, esos que se parecen tanto a nosotros, je je.
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