El
gran emprendedor fue despedido con honores
por
los hombres de bien y los demócratas:
creó
puestos de esclavos
en
muchos países sin recursos
y
grandes beneficios
en
las Islas Caimán y Las Bahamas
con
los que financió anticomunistas y patriotas
para
expandir libres mercados:
fueron
incontables los burdeles
y
el tráfico de drogas en empresas fantasmas,
las
donaciones a santuarios de la jet
y
a los trabajadores que no le hicieron huelgas.
El
funeral se transmitió por las televisiones
y
asistieron presidentes de gobierno, coroneles,
obispos
y emprendedores relevantes como él,
incluso
las empleadas de hogar a tres euros la hora
y
le lloraron y alabaron las derechas, los centros
y
hasta la izquierda moderada, agradecidos
por
su contribución electoral.
Veinte
años después, cuando su nombre fue olvidado,
los
cien mil muertos que forjaron su fortuna
salieron
a la luz
y
fueron escándalo de un día.
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Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, pero es más agradable hacerlo en buena compañía.