LA CASA


La casa es un trozo de pan negro, el pan agrio del hambre fermentado en la locura del rapaz; el águila vigila y amordaza con su yugo de esclavos y las flechas azules de la muerte; la casa es una jaula con púas en el aire que convierte en alimañas a sus presos; el padre tiene piedras en las manos, la madre tiene piedras en la boca, y la niña, la escarcha insaciable del aullido: no hay suficiente escarcha para frenar los golpes; no hay suficiente escarcha para lamer la herida; no hay suficiente escarcha para callar la culpa ni suficientes rodillas contra el odio. La casa se ha secado como un árbol sin agua y pudre la memoria; en sus raíces de papel, donde los dientes del mundo se mastican, donde de vez en cuando florece la palabra, la niña es una pluma con tinta de sangre entre las nubes.


3 comentarios:

  1. Más que en sueños, basado en hechos reales. Gracias por tus comentarios (y por no olvidarme, aunque lo merezca).

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  2. Matsiel, nadie merece el olvido, ni amigos, ni enemigos. Ni solitarios cometas, ni mucho menos las niñas que son pluma con tinta de sangre entre las nubes.

    Y en cuanto a la profunda y cruel verdad que nos narras, nunca debe olvidarse, para evitar la impunidad que conduciría a su repetición. ¿Quién pudiera imaginar que con palabras tan implícitas pudiese describirse un dolor tan explícito?.

    Ojalá aquella niña encuentre el camino y no se confunda por los colores de los solitarios cometas, sino que haga caso a su memoria y a su fuerza, pues su voluntad será su única guía.

    Hermoso aunque triste relato, gracias por compartirlo.

    Saludos.

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Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, pero es más agradable hacerlo en buena compañía.

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